Artículo publicado en la Revista Fertilizar Nº15 año 2010

Autor: Ing. Agr. PhD Ricardo Melgar

Introducción: Desde mediados de los 90 la agricultura ha estado bajo el intenso fuego tecnológico derivado de los avances e innovaciones englobadas genéricamente con el título de agricultura de precisión, que incluye el posicionamiento satelital global como base “hard” de la tecnología. Le sigue a esta una miríada de elementos que han sido más que nada fruto de la innovación de procesos antes que tecnologías puras, como los mapas de rendimientos, los banderilleros satelitales o la aplicación variable de insumos. Los defensores de esta tecnología, que encabezan los vendedores de los “gadgets” y servicios asociados, abogan por la heterogeneidad del terreno como fundamento sostenedor y justificador. Ahora bien, no puede negarse lo contrario también, muchos campos en nuestra región pampeana, con suelos planos y desarrollados bajo praderas a partir de un único material originario son bastante homogéneos desde el punto de vista de su clasificación taxonómica, con diferencias mínimas o despreciables desde el punto de vista de su impacto en el manejo, incluyendo a la fertilización. Máxime aún cuando estos campos han sido bien manejados, con rotación de pocos cultivos como soja, trigo y maíz o girasol. Puede decirse que en muchísimos casos con razonable precisión, que los campos son uniformes en cuanto al ambiente y no necesitarían dosis diferentes de fertilización dentro del mismo lote o que merecieran la inversión de equipos para aplicarlos con mayor rentabilidad. No obstante esa ausencia de necesidad de la aplicación de la llamada “agricultura de precisión” esos mismos campos están con frecuencia sujetos a deficientes operaciones que hacen a la nutrición mineral de los cultivos. Por consecuencia, el potencial de producción está subestimado y la inversión esta sub-optimizada. Dentro del cúmulo de posibilidades de deficiencias de precisión en el manejo enfatizamos al menos las siguientes situaciones. 1) Deficiencias en el muestro de suelos para el diagnóstico de la necesidad de fertilizantes. 2) Deficiencias en la aplicación de fertilizantes por fallas en los equipos aplicadores (mala calibración, equipos o mecanismos, defectuosos, desatención del operador en el manejo del implemento, velocidad de trabajo, traslape) 3) deficiencias en la aplicación de otros insumos que interactúan con el aprovechamiento óptimo de los fertilizantes aplicados, densidad de siembra, profundidad de siembra, chanchos en la aplicación de herbicida, deficiente control de malezas. No entramos siquiera en la consideración de la falta de precisión o fallas en la cosecha.

 

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