Artículo publicado en Revista Fertilizar Nº 18 – año 2011

Autores: Pedro G. SCHAEFFER, César J. CHAPARRO y Gustavo A. RHINNER. Facultad de Recursos Naturales – Universidad Nacional de Formosa Av. Gutnisky 3200 (CP 3600) Formosa

Introducción: Introducción Los suelos originados de materiales sedimentarios de origen palustre en el este de las provincias de Chaco, Formosa y noroeste de Corrientes y la parte norte de la provincia de Santa Fe poseen niveles de fósforo (P) bajos, con valores mínimos que oscilan entre 3 a 5 ppm, hasta un máximo de 10 a 12 ppm de P extractable (P ext.). Estos suelos presentan una textura pesada, son medianamente ácidos (con pH entre 5 y 6) y tienen imitaciones de drenaje. En su mayoría, se destinan a la actividad ganadera, en particular la cría bovina extensiva, pero con una actividad de invernada incipiente en los últimos años. Es sabido que los bajos niveles de P extractables condicionan la producción del pasto y que la fertilidad nitrogenada y fosfórica aumentan los niveles de nutrientes minerales del forraje. Que bajos niveles de P disponibles para el crecimiento de las plantas en general, y en este caso de los pastos de modo especial, no permite un desarrollo adecuado del sistema radicular. La extensión y volumen de exploración de las raíces en el suelo interesa de sobremanera en la captación del agua pluvial que se dispone. Hay que recordar que la distribución estacional de las lluvias es muy marcada con variaciones cíclicas en una recurrencia de 5 a 10 años. La práctica de favorecer un sistema radicular profuso y un desarrollo máximo en un pastizal o una pastura implantada mediante una clausura y con niveles apropiados de P disponible, seria unas de las prácticas más recomendables para mejorar la eficiencia del uso del agua en la producción de materia seca (MS). Las plantas forrajeras que crecen en las condiciones mencionadas pueden, entonces, superar o amortiguar el déficit hídrico, captando mayores volúmenes de agua en periodos de crecimiento activo de ésta. Consideraciones experimentales expuestas por Jhonston, A.E. (2.000) demuestran que no se pueden lograr respuestas significativas si solo se eleva la oferta de P en el suelo. El incremento en los niveles de P debe ir acompañado de un aumento en los niveles de la fertilidad nitrogenada. Mejores y mayores status de N y P disponibles en el suelo para el crecimiento de los pastos pueden, en consecuencia, prolongar el periodo de crecimiento de los mismos. De esta manera, dicho crecimiento puede prolongarse hacia la entrada de la estación invernal y se anticipe el comienzo de la primavera, con lo cual se estaría reduciendo la marcada escasez de forraje de la época invernal. El incremento de la fertilidad nitrogenada esperada y a ser mensurado durante el desarrollo de esta experiencia, estaría dándose como una consecuencia de un crecimiento mayor en el tamaño de plantas gramíneas como resultado de la fertilización fosfórica. En los casos de los tratamientos donde se incluyen la intersiembra de especies de leguminosa, la acción simbiótica de las bacterias en la rizofera de esta familia de plantas se sumaría al efecto anterior con mayores niveles de fertilidad nitrogenada que se puede registrar durante el desarrollo experimental propuesto. Por otra parte, se han constatado en trabajos de las cátedras de Edafología y Manejo de Suelo y Producción y Utilización de Pasturas, bajos niveles de P en varios establecimientos de la zona. Estos niveles de P extractable de entre 5 y 10 ppm según la categorización de Melgar y Figueroa (1990) son considerados bajos y darían respuesta a la fertilización fosfórica. Atendiendo a la importancia de esta propuesta en el tema a investigar desde el punto de vista económico por su aplicación en la región, basta recordar, que se presentan en el Noreste Argentino (NEA) alrededor de 5.000.000 ha con las deficiencias en los niveles de P señalados como bajos. Esto es, de entre 5 y 10 ppm de P extractable en el suelo.

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